Al lado, no atrás

Texto tomado del muro de Merlina Saldivia (@merlinalilith666)

Para quienes no saben, hoy formo parte de Amor CisTrans (Grupo de Debate) como moderadora.

Esta comunidad nace de la mano de Julián Bressan que fue el primero en decir “Me gustan las chicas trans” de manera púbica y comenzó un recorrido de militancia en visibilización. Este grupo comenzó a crecer y se hicieron juntadas y se consolidó tanto que ahora en un movimiento en construcción y constante deconstruccion que va a participar de la Marcha del Orgullo. En una publicación del compañero, se armó debate en torno a la participación y el lugar en la marcha de los hombres que se vinculan con nosotras.

Para mí sorpresa, alguien que no para de sorprenderme con su proceso se sumó al debate, dónde entre otras cosas me llamó para sumar mi posicionamiento. Ni más ni menos que mi novio que se está convirtiendo de a poco en un militante de nuestro amor. Les comparto el comentario porque forma parte de una reflexión y posición que tengo en la actualidad. Hace mucho no escribo nada, así que acá va:

Vi que mi compa me llamó y acá llegué.

Este comentario va a ser desde la propia experiencia y en virtud de eso, aclaro que es testimonial para que tampoco sea sacado de contexto como una falta de respeto a las compañeras. Pretendo que las siguientes líneas versen sobre el por qué considero importante la inclusión de nuestros compañeros –sean parejas sexoafectivas o no- en la lucha, y por consiguiente, en acontecimientos políticos de reivindicación y visibilización como lo es la marcha del orgullo.

En principio, me gustaría destacar que históricamente se nos negó a nosotras en tanto colectivo travesti-trans el derecho a ser amadas. Y es un hecho porque la heteronorma nos ha excluido, y quienes han portado ese mandato fueron y son los hombres. Por otra parte, destaco que al momento de que un hombre decide hacer visible el amor por una de nosotras, nos pasa muy seguido que comenzamos a decirles cómo deberían hacerlo y a direccionar ese proceso de manera paternalista: un ejemplo claro, es decir que no tienen que participar a la par nuestra en la marcha del orgullo. Lo destaco porque también estuve en ese lugar, y mi principal argumento se sostuvo a partir de la crítica al privilegio masculino, que no tienen que participar porque no es su lugar y gozan de ciertas garantías socio-históricas por el sólo hecho de ser hombres, el privilegio estructural del patriarcado sostenido a lo largo de la historia.

A ello, con humildad y tragándome mis propias palabras de trava herida que fue negada por tanto tiempo, hoy considero que es necesario que los varones que son consecuentes y coherentes a lo que plantean estén al lado nuestro y no atrás. Y, ¿por qué? Porque son una disidencia a la heterosexualidad como régimen político, el mismo que nos exterminó durante años: es que al momento que enuncian que desean a una feminidad trans y lo visibilizan se rompe ese privilegio, ya no vuelven a ser leídos como hombres en términos del patriarcado y son arrojados a un plano de invisibilidad como masculinidad.

Pienso mucho en esto precisamente porque creo que el colectivo de la diversidad sexual nació abrazando lo no aceptado, y por eso son tantas siglas hoy, porque fuimos reconociendo y acompañando a todas esas identidades y sexualidades rechazadas por el régimen heterosexual normado. Nuestros compañeros también lo son, así se reconozcan como heteros en términos de orientación sexoafectiva. Y pienso mucho en esto porque veo que se encuentran en un plano de exclusión: la comunidad heterosexual no los reconoce como parte suya y el colectivo de la diversidad hace lo mismo, y como dije en líneas anteriores, nacimos como movimiento con otra impronta.

Para mí que un hombre se reconozca enamorado y visibilice que ama a una feminidad trans es un hecho político, y como decimos muchas feministas, lo personal es político como tal, entonces no puede ser pensado por fuera de la lucha, o mandarlos a un rincón, porque precisamente ese tipo de violencia simbólica es la que llegamos a disputar.

Que un varón reconozca que ama a una travesti es un hecho político y UNA REPARACIÓN HISTÓRICA al derecho que se nos negó históricamente: SER AMADAS.

Considero que tiene que ser a la par y no atrás porque fuera de percibirse hetero, son disidencias a la heterosexualidad como nosotras. No creo que el orgullo se trate de jerarquizar, sino de vibisilizar y combatir en conjunto. Con ese criterio, pienso también, una mamá, un papá, un hermano que ama a su familiar trans, ¿tiene que ir atrás? Y menciono esto porque creo que ese es el ejemplo más claro de la razón por la que tanto estamos luchando por poner en agenda que se llama AMOR CIS TRANS: un proyecto político, entre tantas otras cosas, de visibilización y superación de la heterosexualidad como régimen político, de inclusión del colectivo travesti trans desde el amor.

Cuando pienso en movimientos, me gusta la idea de pensar que son desde la horizontalidad y en construcción de la NOSTREDAD, concepto que propuso Marlene Wayar, que se basa sobre la empatía mutua. El hecho de que un movimiento se centre sobre la reivindicación de una identidad por sobre otra deviene en enfoques posmodernos que se centran en el cultivo del hedonismo y de la individualidad y marca las distancias en términos de clase y movimiento: no se trata de negar privilegios estructurales, sino de la inclusión quienes fueron excluidos y también de su entorno, a la par, quienes también atravesaron esos procesos de alguna manera u otra.

Y cuando planteo la participación de los varones que nos acompañan lo hago en un sentido amplio, pienso más allá de mi novio, pienso en el papá de Ema que ama a su hija trans o pienso en Julián que fue el primero en poner la cara diciendo públicamente “me gustan las chicas trans” e inició todo este movimiento. Pienso en esa organización que nació con un objetivo de visibilización y está ganando espacios con voces que ya no tiemblan. Por eso los quiero a la par, porque el AMOR CISTRANS es parte del orgullo a mi criterio.

Obvio, aprovecho para reivindicar el proceso de mi novio que me ama por la feminidad disidente que soy y como bien dijo él, me ama como su futura esposa. Reivindico el proceso de un hombre atravesado por el machismo que se interpeló asimismo en su deseo y se animó a ser feliz con una travesti, con todo lo que implica mi identidad de género en términos políticos y desde entonces padece la desigualdad estructural de la heterosexualidad como régimen político. Y esto lo destaco indistintamente de si nuestro proyecto prospera a lo largo de los años o no, porque me permite ver que hay compañeros donde veía enemigos. Este amor me permitió construir nostredad, cada acción desde el amor. Hoy entiendo que para construir no tengo que hacerlo desde una herida que sangra y que me llevó a excluir y negar posibilidades de transformación de la realidad social.

Y hablando más desde lo personal, destaco como el Amor CisTrans cambió la vida de un hombre y como vinieron de la mano tantos momentos hermosos. Reivindico el amor que me da día a día, todas y cada una de las acciones y atenciones que realiza desde el amor, las flores que me envió al trabajo para que todos sepan que alguien me ama, que me haya presentado a sus hijos y amigos como un acto de amor y de construcción, agarrarme de la mano en la calle y besarme, e incluso, pedirme la mano en un compromiso y proyecto que asumimos a futuro.

Reivindico a este hombre, un plomero de 48 años con cinco hijos que me mostró que hay otras posibilidades, con el que tengo un vínculo –entre idas y vueltas por lo doloroso que también este proceso- de un año y medio. Reivindico a Leandro Guarc como el hombre que me cambió la vida en muchos sentidos, tanto que hasta que cambié mis formas de ver la realidad.

Por eso: AL LADO, NO ATRÁS.

@merlinalilith666

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